La Romana.- En un rincón del hermoso parque de El Retiro en Madrid, nos encontramos con Taína Almodóvar, una talentosa ilustradora dominicana que ha dejado su marca en la escena artística de España y más allá.
Su historia es un testimonio de pasión por el arte y la búsqueda de crecimiento personal y profesional.
Taína, una orgullosa egresada de la Escuela de Diseño de Altos de Chavón, encontró en el dibujo su mayor pasión desde temprana edad.
Cuando le preguntan qué es lo que más le gusta hacer en el mundo, su respuesta es clara: «lo que más me gusta del mundo es dibujar».
Hace ya 13 años, Taína emigró de la República Dominicana a España, llevando consigo su amor por el arte y su deseo de crecimiento. Desde entonces, se ha destacado como ilustradora, especialmente en el género de cuentos infantiles, tanto creando sus propias historias como ilustrando para otros.
Durante los momentos más desafiantes del confinamiento debido a la pandemia del Covid-19 en Madrid, Taína ideó el proyecto digital «Dibujando con Taína».
A través de esta iniciativa, compartió su habilidad con niños de todo el mundo, enseñándoles a dibujar de forma gratuita a través de su cuenta de Instagram. Una muestra de generosidad y creatividad que resonó en un momento en que la conexión a través del arte era más valiosa que nunca.
El talento de Taína ha sido reconocido tanto en España como en su tierra natal. En 2019, fue galardonada en el Premio al Emigrante Dominicano Sr. Oscar de la Renta.
Ese mismo año, presentó un mural en la Feria del Libro de Madrid, que tuvo el honor de mostrar a la reina Letizia de España. Sus obras han adornado museos y galerías en España, Colombia y la República Dominicana.
Durante nuestra conversación con Taína, la pasión por su arte se reflejaba en cada palabra. Para ella, «lo mejor del mundo es dibujar». Sus trazos no solo plasman imágenes en el papel, sino también emociones, historias y un viaje personal que ha llevado su arte a lugares destacados en el escenario artístico internacional.
La historia de Taína Almodóvar es un recordatorio de cómo el arte puede ser un puente entre culturas y una expresión poderosa del espíritu humano.
Por: Abrahan Nuñez
